no Inverno, quando mais rareia
a esperança. São certas fixações
da consciência, coisas que andam
pela casa à procura de um lugar
e entram clandestinas no poema.
São os envelopes da companhia
da água, a faca suja de manteiga
na toalha, esse trilho que deixamos
atrás de nós e se decifra sem esforço
nem proveito. É a espera
e a demora. São as ruas sossegadas
à hora do telejornal e os talheres
da vizinhança a retinir. É a deriva
nocturna da memória: é o medo
de termos perdido sem querer
a nossa vez.
Rui Pires Cabral. Longe da Aldeia (2005)
Nuestra vez
Es el frío lo que nos agarrota los domingos
de invierno, cuando más escasea
la esperanza. Son ciertas fijaciones
de la conciencia, cosas que andan
por la casa en busca de un lugar
y entran clandestinas en el poema.
Son los sobres de la compañía
del agua, el cuchillo manchado de mantequilla
en el mantel, ese sendero que dejamos
a nuestro paso y se descifra sin esfuerzo
ni provecho. Es la espera
y el retraso. Son las calles sosegadas
a la hora del telediario y los cubiertos
del vecindario repiqueteando. Es la deriva
nocturna de la memoria: es el miedo
de haber perdido sin querer
nuestra vez.
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